El pueblo de Bores aparece citado muy pronto en los documentos históricos, ya que encontrarnos su nombre en el Cartulario de Santo Toribio de Liébana, cuando Ordoño y Profilina, donan cuanto poseen a Santa María de Baró y a otras iglesias, citándose a Bores.
Posteriormente, en el año 961, Bermudo Adefonsiz, dona a San Martín de Turieno la iglesia de San Juan de Lutias y cuanto posee en diversas villas, entre ellas, Bores. La iglesia de Santa Eulalia de Bores, se cita en un documento fechado el 27 de marzo de 1315, donde se cita a García Pérez, cura de dicha iglesia y se dice que se le hace entrega de doscientos maravedís para la obra de la iglesia. El lugar de Santa Olalla se localiza toponímicamente en las cercanías de Bores, en el cruce de caminos que desde esta localidad nos conduce al barrio de Campo y a Vega de Liébana. Allí, permanece también el nombre del barranco de Santa Olalla y, en un prado entre este lugar y las torres de Campo, se localiza la Capilla.
Los materiales de la iglesia medieval, sirvieron para construir la actual iglesia parroquial, en el año 1861. En el lugar de Santa Olalla se encuentran restos de sepulturas de la Alta Edad Media. Otro dato significativo es que entre las piedras que sirvieron para edificar la nueva iglesia, figura un fragmento de estela, que se encuentra en la actualidad formando parte del muro oeste de la actual iglesia, debajo de la subida a la espadaña. En ella, se Puede conocer que el difunto tenía 25 años y cpi,, lealizada en piedra de grano en el año 389 de la Era Consular, que se corresponde al año 351 D.C. Sus dimensiones son de 60 centímetros de ancho.
Por tradición oral, se sabe que debió de existir un barrio en Santa Inés, donde se encuentra una ermita y en el Abanejo, entre Vega de Liébana y Bores. En las proximidades de las torres de Campo, se encuentran restos de cerámica de terra sigillata. En esta zona, pudieron los romanos construir torres de vigilancia; además de un campamento, antes de las actuales torres medievales. En Bores, se han encontrado antiquísimos hornos y un canal que llevaba el agua, unido a un túnel, que se podía contemplar antes del año 1927 a la vista, en la fuente del pueblo, hasta que se realizaron obras de cerramiento. El barrio de Campo, se cita año 1316. En el Libro Becerro de las Behetrías, Bores, es lugar de behetría y solariego. Lo cierto es que Bores fue inmortalizado en la literatura española por don Iñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana, quien en sus famosas “Serranillas”, que han pasado con letras de oro a la historia de la literatura española, cita a una joven de dicha localidad, de la cual el Marqués quedó prendado de su belleza: “Moçuela de Bores, allá do la Lama, púsome en amores”.
Las dos torres medievales que podemos contemplar en el barrio de Campo, muy probablemente construidas en el siglo XV, se sabe que pertenecieron a los Mendoza y que eran propiedad de don García Sánchez de Campo de la La-ma, en el año 1624, en un testamento que hizo en Vada y donde aparece como patrón de las iglesias de San Vicente y Pujayo, San Mamés de Dobres, Santa Eulalia de Bores, San Sebastián de Ojedo y, de la casa-torre y solar de Campo, fundando vínculo a su hijo. Las dos torres se conservan en deficiente estado Una de las torres, se halla sin esquinales y tiene la puerta orientada al norte. Fue construcción de tres plantas, defendida por saeteras, principalmente en el muro sur. La otra torre, cerca de la anterior, se encuentra en mejor estado. De parecidas dimensiones, tiene en la pared del muro este un arco de medio punto de toba, con puerta de dos hojas, así como saeteras. Sabemos por las ordenanzas del pueblo, fechadas en el año 1744, que los vecinos parea acudir a caminos debían de llevar de su casa, azada, pala ancha u otro instrumento con que pueda trabajar.
Con el fin de prevenir los incendios, los regidores de la localidad debían de registrar y mirar en las casas las cocinas y hornos, para ver y reconocer si se encuentran limpias de ollín y sarro y en el caso de que sucediese y, ese un incendio en el concejo, los vecinos tenían la obligación de socorrer y favorecer la conducción de las maderas principales y ponerlas en pie de obra por cuenta del concejo, cuya conducción se debía de repartir entre los vecinos, sin costar nada al dueño de la casa quemada. Del mismo modo cada vecino debía de tener una escalera de madera para sus menesteres, así como para el socorro en los incendios y, cada uno, debía de acudir con calderas y calderos con agua, para intentar sofocar el incendio. Había vecerías de vacas, vacas paridas; bueyes de labranza y novillos capados, que iban en boriza; vecería de ganado menudo; de cerdos, de garañones, y de yeguas. En 1752, Bores y el barrio de Campo son de señorío perteneciente a la Duquesa del Infantado. Había 13 vecinos, 18 casas habitables y 8 arruinadas.